miércoles, 25 de noviembre de 2015

Salir con hijos: la prueba definitiva.

Desde que hay un bebé en casa, planificar cualquier salida es toda una odisea, ya sea un recado, la compra, lo que sea, es todo un proceso. Si a esto le sumamos dos hijos más que no paran un segundo, salir es casi tan complicado como preparar una expedición por la selva amazónica, quieres llevar todo lo que necesitas, pero sin exagerar. El bebé casi necesita una maleta de mano, porque si no es cambio de pañal, es un vómito, si se aburre quiere un juguete, chupete de repuesto... y lo peor es que por mucho que pongas en la bolsa, siempre sientes inseguridad pensando que olvidas algo.
A los mayores es muchísimo más fácil prepararlos, pero es que cuando ellos llegan al super, por ejemplo, se vuelven unos consumistas natos.
Mis chicos me intentan convencer de comprar cualquier cosa. El pequeño de 7 años, le da lo mismo comprar un detergente que vió por la tele, que un bote de judias... ¡LO QUE SEA! pero comprar, comprar y comprar. El drama se va viendo venir cuando a la mayoría de peticiones le decimos que no, pero es que sencillamente no creo que necesitemos arena para gatos, teniendo un perro.
Entonces llega el tan temido momentazo...



A viva voz suelta: 

-¡Pero es que no me compráis nada!  ¡Sois malos!

A lo que intento hacerme la loca para no desatar a la niña del exorcista que llevamos dentro todas las madres, si si... TODAS tenemos una que desea salir cuando la paciencia es nula y el cansancio nos puede. 
Madres y padres, no estáis sólos, todos pasamos por lo mismo. No sintáis remordimiento por las miraditas de la señora de turno, si hay que decir NO, es NO y que Dios os coja confesados....
Eso sí, recordad esos momentos incómodos que os hacen pasar, porque si algún día deciden ser padres... ¡TACHÁN! Seguramente el karma hará su trabajo.


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