Cuando nos ganamos el título de padres, nos damos realmente cuenta del valor de las cosas pequeñas. Comprendemos que una ducha de más de 5 minutos es un regalo o que leer un libro en silencio es una utopía. Por ello nos conformamos con cosas sencillas y hace falta muy poco para creernos ultra poderosos.
Las cosas cotidianas con los pequeños pueden ser tan largas como lo que dure tu paciencia, pero en ocasiones, de manera sorprendente llegan esos momentazos que te hacen sentir que puedes con todo. Pongo algunos ejemplos.
Venirse arriba en modo padre/madre, es conseguir vaciar la cesta de la colada, y más aún con bebés, que es casi imposible mantener a raya esos bodys y baberos que reproducen potingues viscosos.
Y que me decís de sólo decir una vez que hagan algo y .... ¡QUÉ LO HAGAN A LA PRIMERA! Eso es casi brujería, porque no se vuestros hijos, pero los míos no entienden más que el chino mandarín y la verdad es que no es lo mío.
Por casa la mayor parte del tiempo los juguetes tienen vida propia y suelen campar a sus anchas por el salón, la cocina o donde sea, pero hay momentos en los que mis hijos se hacen responsables y ¡lo recogen! Bufff eso es un subidón. En esos momentos se detiene el tiempo y oigo música celestial.
Definitivamente no es fácil que esto ocurra, pero conseguirlo hace que sientas que puedes con todo.
Como no quiero que se me pase ningún instante, os dejo, que me voy a aprender un poco de chino mandarín ....再见! (hasta luego)
No hay comentarios:
Publicar un comentario