Hace mucho tiempo atrás, recuerdo que era una mujer equilibrada y he de confesar que en ocasiones, por más que la busque no la encuentro.
Los hijos son una prueba de vida intensa y llena de momentos en los que tu cuerpo y mente desean fervientemente huir a las Bahamas. Por ello, tener en cuenta estos aspectos, hará que logres mantener a raya tu niña del exorcista interior a la que tus hijos reclaman día si y día también.
Los principales motivos para agotar la paciencia suelen ser 2:
1.Que tengas que repetir 16.354.097.436 veces algo que deben hacer, como sus deberes.
2.Que quieran conseguir algo y comiencen a pedirlo en bucle y sin atender a razones.
Cuando tu paciencia llega al límite, que suele ser cuando llames a tus hijos por su nombre completo o cuando cierres los ojos queriendo desaparecer. Es el límite en el que debes respirar y seguir estos consejos:
- Tomar distancia emocional. Es decir, si...son tus hijos, pero son NIÑOS. ¿O es que acaso tu no lo has sido? Recuerda como eras, probablemente te reconocerás en tu propio hijo.
- Antes de hablar, escucha. Puede que ese caos sea el perfecto escenario para sus historias imaginarias. O quizás esa acción reprobable, tenga algún fundamento a ojos de tu pequeño. Así que explicar de manera sencilla adecuada a su edad que eso no puede ser así, hará que vaya poco a poco entendiéndolo
aunque probablemente lo tengas que decir un millón de veces más.
- Respira. Probablemte si entras en cólera te sentirás fatal y harás mella en la autoestima de tu hijo.
El aprendizaje únicamente se adquiere con ensayo y error. Recuerda que no serán niños toda la vida, déjalos que cometan errores, no será ni la primera ni la última vez, pero cárgate de paciencia, nadie te dijo que fuera fácil ser padres, pero será una gran aventura de vida.